Necesitamos un Leviatán controlado por la sociedad civil, que no siembre desconfianza en la acción privada y en el mercado, y que sea eficiente y especializado en asuntos que, por su naturaleza, el sector privado no puede resolver satisfactoriamente.
Lo que se pretende con este artículo es entrar a la acción quitando todo prejuicio ideológico, proponiendo que si el Estado las va a rescatar, el plan de salvataje considere la propiedad pública de estas empresas, sin restricciones.
El Estado actúa como un inversionista que diversifica el riesgo, por lo que unos pocos casos exitosos podrían más que compensar las pérdidas de los casos fallidos.
Hoy en Chile el mercado y el rol del Estado están en cuestionamiento y la mayoría de las críticas no están relacionadas directamente con la eficiencia, sino con la desigualdad e inequidad económica, territorial, social, y el daño ambiental provocado por las actividades de las empresas, entre otros factores.
En conclusión, en la comisión, se llegó a establecer que existe un espiral de desconfianza que provoca o desencadena esta crisis (crisis no sólo económica social, es una crisis cultural y valórica del pueblo de Chile)
La gobernabilidad en la sociedad que vivimos y que en general resulta la más aceptada en este lado del hemisferio, reposa en un buen ajuste y congruencia entre el rol del Estado, la influencia del mercado y de la sociedad civil. Y las respectivas relaciones de estas entidades.
El nuevo sello valida el programa hasta el 13 de enero del 2020.
El nombramiento ratifica una trayectoria vinculada al servicio público.
Que tengamos algunos malos empresarios, no debe estigmatizar a la inversión privada como el problema.
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