Humberto Borges expone sobre las discusiones sobre la disminución de la pobreza, la cual califica como un error.
Después de la recuperación de la pandemia, es importante analizar si la economía chilena crecerá a tasas que en el mediano plazo nos permitan alcanzar los niveles de desarrollos e ingresos que otras economías registran, como Canadá, Nueva Zelanda, Australia, etc.
Será clave en los próximos meses tener las fronteras cerradas, evitar expectativas excesivas de recuperación, trazar a los infectados y sus contactos cercanos y estar preparado para una tercera dosis para grupos sensibles de la población, como lo está haciendo Israel para los mayores de 60 años. En caso contrario, podríamos poner en riesgo todos los buenos deseos para el 2021.
Un crecimiento del 6% del PIB para este año sería una muy buena noticia. Pero la distribución posible de resultados es bastante más amplia y con un sesgo fuerte hacia tasas menores que esa cifra.
Dada la contingencia actual, poner en primera línea la creación de empleo y evitar poner presiones sobre las rigideces del mercado laboral es relevante. En este sentido, flexibilidad para retrasar discusiones de ajuste de salario mínimo o de reajuste salariales colectivos (más allá de la inflación), hasta que la recuperación del mercado laboral tome cuerpo, tienen sentido.
Enfrentamos hoy un problema de gran complejidad: cómo salir de una crisis económica con eventuales rebrotes de violencia y de pandemia, y, además, con un proceso de cambio constitucional plagado de incertidumbres.
Si bien el país creció establemente en las últimas décadas, la pobreza se redujo dramáticamente, y muchos bienes estuvieron al alcance de la población, la falta de equidad terminó por pasar la cuenta al modelo neoliberal.
A estas alturas, debiera estar claro que esta promesa o propuesta de solución a inequidades sociales, simplemente no ha funcionado.
Hoy en Chile el mercado y el rol del Estado están en cuestionamiento y la mayoría de las críticas no están relacionadas directamente con la eficiencia, sino con la desigualdad e inequidad económica, territorial, social, y el daño ambiental provocado por las actividades de las empresas, entre otros factores.
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