Con los panelistas Fabio Bertranou, director de la Oficina de la OIT Cono Sur y Francisca Gutiérrez, directora del Magíster en Gestión de Personas en Organizaciones de la UAH, se desarrolló el pasado jueves 11 de marzo el conversatorio sobre las “Transformaciones en la organización del trabajo”. Este fue el sexto encuentro con el cual finalizó el Ciclo de Conversatorios: “La otra cara de la crisis: legitimidad de la democracia en juego”, organizado por la FEN en conjunto con Mensaje, cuyo objetivo fue aportar reflexión y contenidos al Proceso Constituyente.
Bertranou recordó, que ya desde el año 2005, la OIT se abocó a discutir sobre el futuro del trabajo ante los profundos cambios que se venían produciendo en el mercado laboral. Estas transformaciones, dijo: “No solamente estaban ocurriendo en lo tecnológico también en las relaciones laborales, en la forma que se vincula la organización de la producción, en la asignación y distribución del trabajo y en las relaciones entre trabajadores y empresas”.
Y con el advenimiento de la pandemia, estos procesos se aceleraron e intensificaron. Un evidente ejemplo, señaló, es el teletrabajo: “…que tenía que ver con esa discusión que estábamos teniendo sobre el lugar de trabajo. Esa representación de la empresa como lugar de trabajo que ya venía desdibujándose y se refuerza muy fuerte con la pandemia […] pero también debemos tener en cuenta que muchos de los trabajadores y trabajadoras no pueden teletrabajar por el tipo de tarea y por la imposibilidad de tener los medios tecnológicos por la brecha en infraestructura digital”.
Es por ello, precisó: “La pandemia nos está dejando, en muchos aspectos, brechas mucho más amplias que las que teníamos en la pre pandemia”. Sin embargo, un aspecto positivo, acotó, es que: “Esta pandemia nos ha permitido revalorizar una institución laboral muy importante, que ya se había mencionado en las discusiones del futuro del trabajo, que tiene que ver con la seguridad y salud en el trabajo”.
Y en este contexto de crisis, sostuvo la importancia de revitalizar el diálogo social entre empleadores y trabajadores, en especial la Negociación Colectiva, la que: “…permite discutir no solamente temas salariales sino también otras dimensiones que afectan el bienestar de los trabajadores, pero también la productividad, la sostenibilidad de las empresas”.
En tanto, la académica Gutiérrez, afirmó que la pandemia desafía tanto a las empresas como a los sindicatos. A estos últimos porque: “reduce forzosamente el margen de maniobra que tienen para velar por los intereses de los trabajadores: la crisis reduce los recursos disponibles y por ende también los recursos a distribuir. Y eso no solamente dificulta la Negociación Colectiva, sino que también amenaza, eventualmente […] con reducir la utilidad entre comillas que ven los trabajadores en este tipo de organizaciones y por lo tanto afectar la sindicalización”.
Otro desafío para los sindicatos y empresas está vinculado a las nuevas modalidades de trabajo: “trabajadores de plataforma y los teletrabajadores son más difíciles de organizar porque están geográficamente dispersos y en principio también trabajan de manera aislada”. En tanto las empresas tienen, por ejemplo, el desafío de: “¿cómo lograr fortalecer el compromiso y la productividad de los teletrabajadores cuando no se tienen relaciones cara a cara; o en el caso de las empresas de plataformas: ¿cómo optimizar los algoritmos disminuyendo la resistencia que han generado en los propios trabajadores”.
Un tercer elemento estructural, explicó, está vinculado a un “cambio cultural y de expectativas de la fuerza laboral chilena” que, a su juicio, es de larga data, pero que se visibilizó y aceleró con el estallido social. Se trata del tránsito desde: “…una fuerza laboral que siempre fue descrita como una fuerza laboral más bien pasiva a una fuerza laboral que exige, cada vez con más fuerza, horizontalidad y participación en el lugar de trabajo. Este cambio cultural […] no solamente tiene una expresión individual, sino que también ha tenido una expresión colectiva que se ha visto, por ejemplo, en el alza de la sindicalización […] que desde el 2005, 2006 ha tendido a recuperarse”.
Este cambio cultural, concluyó, desafía tanto a las empresas como a los sindicatos, pues por parte de las primeras: “…se pone en cuestión el modelo dominante de gestión que ha sido tradicionalmente autoritario y paternalista” y por el lado de los sindicatos se tiende a cuestionar “las lógicas verticales de toma decisiones: decisiones que se toman en la cúpula sindical, que no se consultan o que se toman a espaldas de las bases”.
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