Por Marcela Perticara* y Mauricio Tejada**. * Ph.D. en Economía, Universidad de Texas, Estados Unidos y académica FEN UAH. **Ph.D: en Economía Universidad de Georgetown, Estados Unidos y académico FEN UAH.
Publicado en revista Observatorio Económico Nº 97, 2015.
En los últimos meses hemos visto cómo las expectativas de bajo crecimiento para la economía chilena se han cristalizado. El crecimiento promedio anual según el IMACEC es 2.2% a agosto de este año. Esta progresiva debilidad ha llevado, incluso al Banco Central a recortar en varias oportunidades su expectativa de crecimiento para la economía, la misma que en la última versión del IPOM quedó en un rango entre 2-2.5% para este año y 2.5-3.5% para el 2016.
A pesar del escenario agregado, según los indicadores básicos el mercado laboral ha mostrado más resiliencia que la esperada, con una tasa de desempleo que se ha mantenido en niveles acotados. En efecto, entre enero y julio 2015 la tasa de desempleo subió sólo 0.4 puntos porcentuales, desde 6.2% a 6,6% (ver Gráfico 1). En el último registro hay hasta cierta incidencia hacia arriba de la típica estacionalidad propia del invierno. En el intertanto, las tasas de participación (hombres y mujeres) se han mantenido en niveles relativamente normales (levemente por debajo) con respecto a sus medias históricas.
Y sin bien, a primera vista, esta parecería una buena noticia, los flujos de entrada y salida del empleo y el desempleo muestran un claro debilitamiento del mercado laboral, que contrasta con el indicador agregado. Tal como lo muestra el Gráfico 2, la creación de empleo ha tendido a debilitarse consistentemente a lo largo del año (lo cual incluye también el efecto estacional) y sólo en el trimestre mayo-julio se crearon casi 65.000 empleos menos que el trimestre móvil inmediatamente anterior. Al otro lado, la tasa de destrucción de empleo también ha mostrado un tendencia decreciente aunque considerablemente menos pronunciada que la que se ha visto en la tasa de creación de empleo. Este resultado es consistente con un índice de vacancias que ha tenido una tendencia a la baja en los últimos 30 meses (sólo entre enero y julio de este año, este índice acumula una caída de 10%) (1).
Como consecuencia, el crecimiento del empleo total en lo que va del año, ha sido claramente débil, de apenas 1.2% en doce meses. La desagregación del empleo por tipo de contrato revela que el empleo a contrato indefinido ha sido la principal fuente de debilidad en la creación de empleo. En efecto, el Gráfico 3 revela que este se ha mantenido en niveles muy similares a los ya registrados en el año anterior. En tanto, el leve crecimiento mostrado por empleo total parece haber sido impulsado por el empleo temporario y por una leve recuperación del empleo independiente o por cuenta propia, pero concentrado fundamentalmente entre personas de relativo alto nivel educativo (personal técnico; ver Gráfico 4). Incluso, si desagregamos a los asalariados por tipo de contrato y por nivel educativo, constatamos que efectivamente el empleo indefinido para trabajadores de muy bajo nivel educativo (sin media completa), continúa su tendencia descendente.
Es claro entonces, que las opciones de empleo de los sectores de menor calificación han continuado deteriorándose en forma continua. Todo el crecimiento sigue concentrado en trabajadores que tienen enseñanza media o más. El nivel de empleo para los grupos menos educados2 presenta tasas de crecimiento negativas (empleo independiente) o muy cercanas a cero (empleo asalariado) (ver Gráfico 4).
Al observar las horas de trabajo, también se evidencia que parte del ajuste en el sector asalariado está ocurriendo en esta dimensión. Para los asalariados, independiente del nivel educacional, las horas efectivas trabajadas han estado cayendo, lo que podría estar explicando por qué no se ha evidenciado una tasa de desempleo mayor dado el bajo nivel de actividad, o por qué las tasas de destrucción se han mantenido contenidas. Entre los trabajadores asalariados, el grupo con estudios universitarios es el que registra reducciones más importantes en sus horas de trabajo en los últimos meses, y es el que a su vez tiene menores tasas de destrucción de empleo. Entre los independientes, el ajuste es más bien al alza, siendo el grupo de menor calificación (sin media completa) y el grupo más altamente calificado (universitaria completa o más) los que han aumentado sistemáticamente sus horas de trabajo en los dos últimos períodos de medición.
En resumen, el mercado laboral chileno presenta claros síntomas de debilitamiento en los últimos meses. A la potencial incertidumbre producto de las reformas (particularmente la reforma laboral), se le suma la incertidumbre de un contexto internacional adverso, con precios de las materias primas altamente deprimidos. El claro debilitamiento de la economía China, así como el fin del ciclo positivo del precio de las materias primas, sin duda están trayendo consecuencias no inocuas para la economía. En efecto, China compra aproximadamente un cuarto de las exportaciones chilenas (Reporte Trimestral Comercio Exterior de Chile 2014-2015 de la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales) y un 80% del cobre que se vende en el mundo. Más aún, en Chile la exportación del metal rojo representa la mitad de las exportaciones totales del país y el mineral generaba a 2013, más de 6.000 millones de dólares de ingresos a las arcas fiscales (esta cifra ya cayó a 3.287 millones de dólares en 2014, según Informes de finanzas públicas de la Dirección de Presupuestos (DIPRES). Sólo en lo que va del año el precio del cobre ha caído 6.6% y más de 33% comparando con enero de 2014, lo que implica -sumando efecto directos e indirectos- una caída del PIB, debido a este shock de precios, de más de 5% en los próximo 5 años (3).
El alza experimentada en la tasa de desempleo global estaba anunciada, dada la ya registrada baja en las tasas de creación de empleo de los últimos trimestres. Sin embargo, lo que debiera poner hoy en alerta es la notable debilidad de la demanda laboral para los segmentos de población más vulnerables. El bajo crecimiento del empleo se ha dado con contratos temporarios, mientras que han perdido trabajos permanentes justamente los trabajadores menos calificados. Aún, si sólo hubiera existido un cambio en composición (pérdida de trabajos con contrato indefinido por ganancia en trabajos temporarios), esto implica mayor inseguridad para un segmento que justamente carece de redes de apoyo.
1 Este es un índice que busca medir la cantidad de puestos trabajo ofrecidos en el mes y es construido por el Banco Central sobre la base de los avisos publicados en El Mercurio y sus ediciones regionales los días domingo.
2 Se presentan tasas de crecimiento con respecto a 12 meses, para aislar el componente estacional.
3 Ver la estimación del efecto del precio del cobre sobre el PIB en Fuentes, F y García, C (2014) “Ciclo Económico y Minería del Cobre en Chile” Documento de Trabajo FEN-UAH No. 301.